sábado, 30 de enero de 2016

DON JERONIMO OSSA



Himno Nacional


Coro
Alcanzamos por fin la victoria
en el campo feliz de la unión;
con ardientes fulgores de gloria
se ilumina la nueva nación.

Es preciso cubrir con un velo
del pasado el calvario y la cruz;
y que adorne el azul de tu cielo
de concordia la espléndida luz.


El progreso acaricia tus lares,
al compás de sublime canción,
ves rugir a tus pies ambos mares
que dan rumbo a tu noble misión.

Coro
Alcanzamos por fin la victoria
en el campo feliz de la unión;
con ardientes fulgores de gloria
se ilumina la nueva nación.

En tu suelo cubierto de flores
a los besos del tibio terral,
terminaron guerreros fragores;
sólo reina el amor fraternal.


Adelante la pica y la pala,
al trabajo sin más dilación,
y seremos así prez y gala
de este mundo feraz de Colón.



Coro
Alcanzamos por fin la victoria
en el campo feliz de la unión;
con ardientes fulgores de gloria
se ilumina la nueva nación.



La Fuente Del Paraíso



De una colina en la gentil ladera,
al fin de una quebrada primorosa,
hay oculta una fuente misteriosa
bajo un bosque de crespa enredadera.


Feliz vive el amor en su ribera,
el genio del placer allí reposa
y en su linfa escondida y milagrosa
calma su sed la humanidad entera.


Desde su fondo de pulida grama
en vívida corriente inagotable
la ardiente savia de los goces mana.


Produce una embriaguez inexplicable.
Y aunque suele dar muerte su bebida
en ella está el principio de la vida.


Soneto tomado, por Rodrigo Miró,
de una colección de ciento trece poemas que 
guarda la familia de Don Jerónimo Ossa




3 de Noviembre


El Sol bajo las ondas escondía
Su cortejo de nubes y colores,
Y entre espumas de nítidos albores
La Luna majestuosa aparecía.


Toda una historia terminó ese día!
Nueva Virgen de plácidos amores,
Entre laureles y preciosas flores,
Al cariño del mundo se ofrecía.

Sopló el terral su voluptuoso aliento,
Las aves entonaron sus cantares
Y modularon su más dulce acento!

Del la alma Libertad en los altares
Levantó su estandarte al firmamento
La señora sin par de los dos mares.


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 44
Publicado el 3 de Noviembre de 1905



A Panamá

Desde lejos admiro, patria mía,
tu cielo azul; tu claro firmamento,
y de tus cristalinos ríos siento
y en los vírgenes bosques, el rumor;
miro tu noche bella, iluminada
por la pálida luz del astro hermoso,
y percibo el aroma caluroso
que te lleva el aroma de la flor.

Hermoso es en verdad el sol, de Chile,
y hermosas por demás son las chilenas.
Pero, ay! al recordar las panameñas
un gozo siente mi alma sin igual.
y al ver del mar las turbulentas olas,
y al huracán rugir con saña fiera,
recuerdo tu bahía placentera
y sus ondas escucho murmurar.

Quiera Dios que la suerte venturosa
te devuelva al hogar de mis amores,
donde lucen, hermanas de las flores,
bellas niñas de lánguido mirar.

Entonces tornará la dicha mía
y para siempre cesará mi llanto
porque en tus playas hallaré mi encanto,
que no hay dicha distante del hogar.


Revista Lotería, Noviembre 1962, No. 84


Siempre

¡Por qué te adoro mujer,
Por qué solo en ti reposa
Toda la existencia hermosa
Que es esencia de mi ser!

Eres mi dulce consuelo:
Tu amor es toda mi historia,
Y sola encarnas mi gloria
Como cielo de mi cielo!

Si pienso en el porvenir,
Mi pensamiento me advierte
Que no me importa la muerte
Si á tu lado he de morir!

Porque rompiendo los lazos
De la vida de improviso,
Conquistaré el paraíso
Al morirme entre tus brazos.


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 43
Publicado el 15 de octubre de 1905



Coyugal


¿Quién es esa mujer a quien adoro,
A quien consagro toda mi existencia,
Y por verme amoroso en su presencia
No la trocara por ningún tesoro?

Mi alma y mi corazón alzan un coro,
Porque en mí se ha formado la creencia
Que no debo aspirar gloria ni ciencia
Porque Ella tiene cuanto al cielo imploro.

De mis dulces ensueños juveniles
Fue la imagen mas bella y más querida!
La busqué del cariño en los pensiles,

Y al entregarle con mi amor la vida,
Formamos lazo indisoluble y fuerte,
Que no puede romper la misma muerte.

Revista El Heraldo Del Istmo, No. 41
Publicado el 15 de septiembre de 1905





Amor

Para Aurelio Máximo

Vienen de lejos las olas
A morir sobre la playa,
Cual tierno amante que ensaya
Cantar sus penas a solas.

Sobre altiva roca enhiesta,
Que desafió sus furores,
Rendidas a sus amores,
Gozan dos aves la fiesta.

Sacuden la pluma oscura,
Miran titilar la luna,
Y celebran la fortuna,
Olvidando su amargura.

Del amor en los excesos,
Sobre arena y sobre espumas,
Se escucha rumor de plumas,
Entre suspiros y besos.


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 40
Publicado el 30 de agosto de 1905




Veritas


A Mi Hija María Emilia

Como flor entre las flores,
Hija de mi vida, luces;
Que en tu imagen reproduces
La Virgen de mis amores!

De hermosa tienes la palma:
Porque siendo mi tesoro,
Encarnas a la que adoro
Como el alma de mi alma.

Busco amoroso las huellas
De tu ilusión y tu anhelo
Porque así tendré en mi cielo
Dos primorosas estrellas.

Que vagando entre las flores,
De mi existencia dichosa,
Tengo contigo y mi esposa
El amor de los amores.

Revista El Heraldo Del Istmo, No. 39
Publicado el 15 de agosto de 1905


Conyugal

Vuelve a rizar tu cabellera de oro
Y tu hermosura déjame admirar,
Y en el azul de tus azules ojos
La dicha de mi vida contemplar.

Déjame bendecir aquel momento
En que amor me jurabas ente Dios,
Y en que uniendo tu vida con mi vida
Una sola formamos de las dos.

Mi noble y adorada compañera
En mis horas de dicha y de pesar,
Consuelo en mis momentos de amargura,
Hermoso sol del cielo de mi hogar!

Yo te bendigo, esposa idolatrada,
Mi vida fuera oscuridad sin ti;
Y hoy te adoro lo mismo que en el día
En que mi amante corazón te di.


Qué importa que al luchar por la existencia
Tenga que combatir contra el dolor,
Si hay en tu pecho, adoración de mi alma,
Inagotable manantial de amor.


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 36
Publicado el 30 de junio de 1905




Post Mortem


(Del Italiano)

Si al caer las hojas muertas
Vagas por el camposanto,
Bañada en amargo llanto,
Entre inscripciones inciertas,


En el rincón escondido
De muro que se derrumba,
Hallarás mi humilde tumba
Y en ella un rosal florido.

En tus cabellos prenderte
Debes una de esas flores,
Que brotaron mis amores
Desde el seno de la muerte.


Flores primorosas son
Con perfumes de otros días!
Y encarnan mis alegrías,
Y nacen del corazón!


Piensa en mí, y habrás de oír
Que en tus oídos murmura,
Las palabras de ternura,
Que no te alcancé a decir!


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 36
Publicado el 30 de junio de 1905



Tus Ojos



Niña de los lindos ojos.
La de los ojos del cielo,
Tu no sabes, vida mía,
Con qué locura te quiero..!


Te quiero porque eres linda
Y eres mi dulce consuelo,
Pero sobre todo, niña,
Porque tus ojos son cielos.

Tus ojos tienen el brillo
Del matutino lucero,
Y son de tu alma divina
El más sublime reflejo.


Cuando me miran, me encantan:
Si no me miran, padezco;
Que son ellos mi alegría
Y son ellos mi tormento.


Cuando fijas tu mirada,
De ardiente esperanza espejo.
Me parece que así miran
Los ángeles del Eterno.


Cuando tus ojos sonríen,
No sé, niña, lo que siento!
Así se sonríe el alma
Que se abre al amor primero.


Cuando lloran y desprenden
Mil diamantes hechiceros,
Como los lirios del campo
Cuando los agita el viento.


Yo no sé! Mas sin fijarme
Yo también lloro con ellos,
Y ese llanto que derramo
Es de mi pena el consuelo.

Tu no sabes, por tus ojos
Cuánto, mi vida, padezco:
Si me miran, me asesinan
Si no me miran, me muero.

Por eso, prenda querida,
Mírame siempre te ruego,
Mejor morir a tus ojos,
Que vivir lejos de ellos.


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 36
Publicado el 30 de junio de 1905




Llora!

A Antonio Burgos

Llegó la pálida viajera de las sombras,
envuelta en los crespones de la noche,
desde la helada región desconocida!

Y a los besos inocentes del niño;
y a los besos de amor del esposo,
sustituyó el beso sin rumor;
el ósculo eterno, de la eterna despedida!

Temblaron las gasas de la cuna al soplo helado
de la inmortal caricia; y en el lecho nupcial
las discretas cortinas dejaron caer sus lazos azules
y el negro manto del dolor invadió el hogar!


Adiós risas y canciones de amor! Adiós esperanzas
de un porvenir lisonjero! Ya sólo quedan
lágrimas en el búcaro gentil y las flores de
himeneo se marchitan a su tibio contacto!


Y tú, oh mi pobre amigo! Herido por la implacable
guadaña; sujeto entre una tumba y una cuna,
llora sobre la primera todo tu dolor inconsolable
y que el soplo varonil de los que saben
sobreponerse al dolor, meza la segunda al compás
de los sollozos de tu inconsolable agonía!

Revista El Heraldo Del Istmo, No. 35
Publicado el 15 de junio de 1905
Por la sensible perdida de la esposa de Antonio Burgos,
cuando su hijo solo contaba con tres meses de edad

Adiós!

(A María Rosa P. De De La Ossa)


(Inédita)


Allá en la margen florida
Que baña el Rimac undoso,
Y al arrullo caprichoso
De su inquieto murmurar,
Botón de rosa temprana
Sus pétalos entreabría
Y los besos recibía
De la aurora al despertar.

Le entonaban dulces cantos
Las aves en la enramada
Y la brisa enamorada
La mecía con amor,
De la vida en los umbrales,
Como reina de las flores,
Soñaba tiernos amores
En su inocente candor.


Desde lejana ribera
Vino un céfiro amoroso,
Y arrebató presuroso
Entre sus pliegues la flor:
Y en otros nuevos pensiles
La rosa halló nuevo encanto,
Y encontró cariño santo,
Y escudo contra el dolor.


Pero a la flor le faltaba
El calor del patrio suelo,
Y el céfiro alzó su vuelo,
Y con él se fue la flor:
Y en el jardín solitario,
Que su ausencia oscurecía,
Una paloma gemía
Y lloraba un ruiseñor.


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 33
Publicado el 15 de mayo de 1905





Conyugal!



Ven, compañera de mi dulce vida,
Ven y reclina en mi hombro tu cabeza,
Que al celebrar la dicha conseguida
Mi alma se extasía en tu belleza.

Cuántas horas de dicha y de ventura
Me dio tu amor con cariñoso anhelo!
Con los rayos de luz de tu ternura
Alumbraste las noches de mi cielo!

Ven, que tu linda cabellera de oro
Con sus lampos de sol envuelva mi hombro;
Y embriágame de amor con el tesoro
De esta dicha inmortal de que me asombro!


Te di mi corazón, te di mi alma
Y en cambio tu alma me entregaste entera;
Y hoy alcanzamos la apacible calma
Que da el amor y la amistad sincera.

Ven, compañera de mi dulce vida,
Ven y reclina en mi hombro tu cabeza;
Mi amor, siempre constante, nunca olvida
Que jamás se marchita tu belleza.


Solo quisiera que mi buena suerte
De ese amor en el último embelezo
Me permitiera que al llegar la muerte
Mi postrimer suspiro fuera un beso.


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 22
Publicado el 15 de diciembre de 1904


A Numa Pompilio Llona


En su Coronación

Remontándome a la alteza
De los ideales amores,
Busco laureles y flores
Para adornar tu cabeza,

Tú, Maestro, en la realeza
De juveniles ardores
Robaste los resplandores
Del alma Naturaleza.

Dónde encontrar armonía
Dónde concentrar talento,
En una música sola.

Si te llamas Poesía
Y encarnas el sentimiento
De la América-Española.

Revista El Heraldo Del Istmo, No. 18
Publicado el 15 de octubre de 1904


Muerta


Para Alejandro Dutary
(ROMEO)

Tendida en el lecho estaba
Entre guirnaldas de flores,
Y en su frente se apagaba
El rayo de mis amores.

Ante la muerta de hinojos
Lloraba con ansia loca,
Sin luz mirando sus ojos
Y sin sonrisa su boca.

Su boca donde sin calma
De mi pena en el exceso,
Sentí palpitar el alma
Al darle mi último beso.


Y al verla inmóvil y fría
Tan blanca como los lirios,
Mi llanto ardiente corría
Y titilaban los cirios.


De pronto sentí el oleaje
De movimiento y de ruido!
No ví más su blanco traje
Y me quedé sin sentido!


Desde entonces vago errante
Del tiempo sin la noción,
Porque muerta está mi amante
Y muerto mi corazón!

Revista El Heraldo Del Istmo, No. 14Publicado el 5 de agosto de 1904



A Panamá


Vio lucir en lontananza
espléndidos resplandores,
que encendieron los albores
de realizada esperanza!


Hoy sus anhelos alcanza;
y sus tropicales flores,
dan perfume a sus amores
y hay justicia en su balanza!

Que te lleven tus valientes
a destinos soberanos,
con trabajos diligentes:

serás, sin delirios vanos,
unión de dos Continentes
y abrazo de dos Océanos!


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 7
Publicado el 28 de abril de 1904



Himno Istmeño


Coro

Alcanzamos por fin la victoria
En el campo feliz de la unión!
Con cambiantes fulgores de gloria
Se ilumina la nueva nación!

Es preciso cubrir con un velo
Del pasado el Calvario y la Cruz,
Y que adorne el azul de tu cielo
De concordia la espléndida luz!


El progreso acaricia tus lares
Al compás de patriota canción!
Y te besan los pies los dos mares
Que dan rumbo a tu noble misión!


En tu suelo sembrado de flores,
A los besos del tibio terral,
Ya no pueden vivir los Señores:
Sólo reina el amor fraternal.

Adelante la pica y la pala!
Adelante sin más dilación!
Sólo así formaremos la sala
De este mundo feraz de Colón!


Revista El Heraldo Del Istmo, No. 1
Publicado el 3 de enero de 1904

Adoptado provisionalmente como Himno Nacional
al inicio de la República, luego fue modificado
a la versión oficial, que conocemos hoy como:
El Himno Nacional de La República de Panamá.

Este himno fue traducido al Italiano
por el poeta Gaetano Rellini en 1906



No hay comentarios:

Publicar un comentario