domingo, 24 de abril de 2016

ROGELIO SINÁN

Balada del Seno Desnudo

¡Mangos!... ¡Mira!... ¡Tantos!...
¡Oh!... ¡Uno maduro!...
(¡Dio un salto... y salióse
su seno, desnudo!)

¡Yo salté del árbol!
¡Upa!... ¡Tan!... (¡Qué rudo!)
¡Por mirar de cerca
su seno desnudo!

¡Me miró asustada!
¡Cubrió... lo que pudo
y... huyó...! ¿Qué robaba?
¡Su seno desnudo!

Lejana..., lejana...
me envío su saludo.
(¡Yo seguía mirando
su seno desnudo!)

¡Perfume silvestre
de mangos maduros!,
¿por qué me recuerdas
su seno desnudo?...

Del libro: Onda. 1929



Soledad

Traje a ti
mi soledad
para que
le dieras alma.
Pero la dejaste sola
en el camino,
¡qué sola
dejaste mi soledad!...

(¡Pensar que la traje a ti
para que le dieras alma!)

Del libro: Onda. 1929



Mancha de Sol


Campo traviesa, cansada,
con el hijo en el cuadril,
la moza va hacia el lejano
cuchitril.

El sol coloca en los árboles
sus moneditas de oro.
Y el niño suelta la fuente
de su lloro...

La rapaza saca el seno
rozagante a se lo dar...
El niño bebe. Ella ríe.
Y echa a andar...

Del libro: Onda. 1929




Viaje


Las nubes -escolares
de escuela elemental-
han tomado sus libros
de luz y se van...

El caballo del viento
las conduce
sobre su lomo tierno.

¡Ya se van! ¡Ea! ¡Ea!
Y ¡adiós! les van diciendo
con sus pañuelos de humo
las chimeneas...

Del libro: Onda. 1929



Frescura


Se burlaba el surtidor
-¡la risa casi lo ahogaba!-
porque la lluvia bajaba
y él la devolvía al Señor...

Del libro: Onda. 1929




Su Forma Sobre el Agua


A la hora equidistante del pez amanecido
con la primera espuma de la mañana, flota,
como un presentimiento de bostezo salino,
su forma sin aristas, deshilachada, fofa.
Flota, digo, la niebla, crispada de ladridos,
amarrando en las jarcias elásticas gaviotas.
Y, al recoger el hombre su red, semidormido,
quizá tema al espectro que va sobre las olas.


Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949




Avión


UNA luz rasga la noche
trepanando__arriba__nubes.


Pareces estrella en marcha,
avión-pupila que subes!

Tu ruido__toques del viento
roto en astillas por la hélice__
se esparce bebiendo millas
hacia el Infinito...


 Miro:
Tu estrella que corre loca
y las que apenas rutilan.
Mi pensamiento echa a andar...
detrás de cuál? Tras ninguna!

Más arriba! Más arriba!...


Del libro: Onda. 1929




Sol

El viejo sol está borracho de luz
y tiene susultos
de niño que por travieso
duerme con el sueño inquieto.

Se le derrama la luz
goteándole de la boca...
Mira...! Mira, como caen
al agua del río
las gotas!...

(Lamparero solitario de los días
se ha detenido cansado,
en el Meridiano.)
pobre
viejo
lamparero...!


Se emborracha con el vino de su luz
y lo derrama
sobre las aguas del río...

No era acaso para el campo?

Del libro: Onda. 1929



Murano


MURANO ya mi mente, hoja delgada
de pensamiento y sangre, vena a vena
salpica en ritmo, mística, serena
su lírica pasión cristalizada.

De cada golpe en plenitud alzada
que el yunque en el espacio desenfrena
desdoblará cada ola su cadena
y el árbol-dios cielizará su espada.

Roja de triunfo el hacha del espanto
luceros echará campana abajo.
Todo ángel blandirá filo de canto

y sólo tú, delgada, tajo a tajo,
salomarás la plenitud del llanto
con resonancia y tumbos de badajo.

Del libro: Saloma Sin Salomar. 1969



La Pesca Milagrosa


VIEJO muelle zurcido de brumas y sirenas.
Visión húmeda. Verde vaivén de remo y quilla.
Torso de ola. Gaviotas silbando en el trapecio
de un canto marinero. Yodada hora salada
cuando el pelícano hunde puñales en la clara
pupila de la espuma. Brisa ágil. Brea. Hipocampos,
nostálgicos de friso. Tritones. Caracoles.
Mirad:¡Entre las redes ha caído la tarde!



Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949



La Hija de Jairo


ESQUIRLAS afiebradas de aguacero, ululando,
desataron la muerte sobre yerba y hormiga.
Fusilada la rosa, decapitado el nardo,
¿que anegado colapso sufrió la Sensitiva?
Dolorosa de nichos y aterida de llanto,
su congelado espectro sueña savias de vida.
Oh Sol, tanto cadáver merecería un milagro...
¡Realízalo, dorada pupila matutina!

Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949



La Simiente


CANSANCIO del inútil ademán extendido
jaculatoriamente sobre humus y secano;
fatiga de la estéril simiente detenida
macerada y hollada por uña, cal o ave.
Pero ¡oh ubérrimo tacto, bucólica delicia
del fruto adolescente jugosamente flavo!
¡Dichosa complacencia, botánica lasciva
del hogareño goce dormido en cada tallo!


Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949



El Hijo Pródigo


LAMIENDO tierra, arena, raíces y bozafias,
tumbo a tumbo al origen precipítase el río.
Los oros del poniente despilfarró en cabriolas
de ondulante premura por liquidar su opimo
caudal de margaritas y alas de mariposa.
Vuelve enjuto, lodoso, pordiosero de estío,
y, añorando caricias de paternales alas,
arrójase en el seno del Mar, arrepentido.

Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949




Endemoniadas


POSESAS de la bruma con belfos de gemido
galopan ola y brisa remeciendo cordajes.
Huracanadas alas con rayos en el pico
desgreñan maldiciones, espumarajos, ayes
Hunde el Sol luminosas agujas de prodigio
desalojando nieblas de filiación desleal;
y, anatematizado, deshecho el maleficio,
los fúlgidos demonios precipítanse al mar.


Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949


Magdalena


La estrella vespertina, fatalmente risueña,
suspira ensimismada tras el mito solar,
ungiendo, mariposa, la traslúcida huella
con grito de cristales y pupila de sal,
Cuando, rumbo al helado sepulcro de las olas,
la sangre iluminada tiña celajes, ella
salpicará el tocado de las nubes piadosas
al deshacerse en lirios como una Magdalena.


Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949




Cuaresma de Terrores


MARÍTIMA cuaresma de lo metamorfosis
_¡oh suicidio asombrado de peces y de frutas!_
cuando crecen escamas al vientre de la noche cuan
mutilado de estrellas y preñado de brujas.
¡Pueril forma dolida del sueño cancelado
braceando a la deriva de la inútil sirena!
¡Cuánta cera desnuda buceaba candelabros
y Cristo, anegados en océanos de niebla!

Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949



Pecados Capitales


VELÁMENES soberbios, deshilachando brisas,
despiertan la avaricia de la marina suma.
Pereza en las merluzas; orgullo en las corvinas;
y, en pulpos, tiburones y pelícanos, gula.
De la onda opalescente surge la curva dócil
que en senos tenebrosos oculta la lujuria.
¡Satán, Satán, aleja la glauca mariposa!
¡Venciste, helada forma! Delfines, aleluya!

Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949



Las Bodas de Canaán


GOZA la tarde nupcias de estirpe salinera
donde céfiro y brisa trasegan arrebol.

Mas la encendida savia de la vida deja apenas
un vaivén de palmeras y una sed en clamor
Medusas y corales dipsómanos de néctar
festinan el prodigio. ¡Venid a ver! El Sol
"¡Verted__dice a las nubes__ la sangre de mis venas!"
Y, el mar (¡santo milagro!) trasmútase en licor.

Del libro: Semana Santa en la Niebla
Primer Premio Nacional de Poesía
Concurso Literario "Ricardo Miró" 1949



Arrullo


Deja que duerma
mi pensamiento!
ELLA.

Como un niño
que
_dormido_
se ha quedado
en el camino
yo arrullo a tu pensamiento.


Lo arrullo... No lo despierto.
Pero presiento
que sigo
mi camino
-como un loco-
arrullando a un niño muerto.

Del libro: Onda. 1929



Anhelo Final

¡Oh!... ¡Probar el deleite
(si pudiera olvidarte)
de volver a quererte!


Del libro: Onda. 1929



RICARDO MIRO

La Ultima Gaviota

Como una franja temblorosa, rota
del manto de la tarde, en raudo vuelo
se esfuma la bandada por el cielo
buscando, acaso, una ribera ignota.

Detrás, muy lejos, sigue una gaviota
que con creciente y pertinaz anhelo
va de la soledad rasgando el velo
por alcanzar la banda ya remota.

De la tarde surgió la casta estrella,
y halló siempre volando a la olvidada,
de la rauda patrulla tras la huella.

Historia de mi vida compendiada,
porque yo soy, cual la gaviota aquella,
ave dejada atrás por la bandada.


El Poema Del Ruiseñor

Desde la rama del ciprés dormido
el dulce ruiseñor canta a la luna
y la invita a bajar hasta su nido.
Ya ves qué casto amor tan sin fortuna...,
y eso que el ruiseñor, en un descuido,
puede llegar volando hasta la luna.

Envuelto entre la luz embrujadora
da al viento el ruiseñor todas las galas
que su garganta mágica atesora;
y la luna se vuelve toda escalas
de seda y luz... (La luna diz que ignora
que su dulce cantor tiene dos alas...)

Calla el agua en los claros surtidores,
se aduermen los arroyos cristalinos
y se despiertan a escuchar las flores.
Astro y pájaro, a un tiempo, están divinos...
y ella baja hasta él vuelta fulgores,
y él asciende hasta ella vuelto trinos...

Lleno de sombra y de quietud, como una
pupila abierta al cielo indiferente,
un retazo perdido de laguna
sueña en la fronda del jardín... Presiente
la pálida belleza de la luna
aquel espejo claro y transparente.

El ruiseñor solloza dolorido
envuelto entre la luz embrujadora
cuando calla, de pronto sorprendido,
porque desde la rama en donde llora
advierte que la luna se ha caído
y flota sobre el agua onduladora.

Calla el agua en los claros surtidores,
se aduermen los arroyos cristalinos
y se despiertan a escuchar las flores.
Luna y pájaro, a un tiempo, están divinos...
y ella asciende hasta él vuelta fulgores,
y él desciende hasta ella vuelto trinos.

El pájaro suplica, impreca y canta,
mientras se multiplica a maravilla
la flauta de su eclógica garganta...
y salta alegre al ver cómo se humilla
la luna, que corriendo tras su planta
se viene sobre el agua hasta la orilla...

Ante el dulce deliquio que le miente
la luna, riendo en el cristal del lago,
loco de amor el ruiseñor se siente,
y respondiendo al amoroso halago,
hunde el pico en el agua transparente
y se bebe la luna trago a trago.


Patria


¡Oh patria tan pequeña, tendida sobre un istmo
donde es más claro el cielo y es más vibrante el sol, (1)
en mí resuena toda tu música, lo mismo
que el mar en la pequeña celda del caracol!

Revuelvo la mirada y a veces siento espanto
cuando no veo el camino que a ti me ha de tornar...
¡Quizá nunca supiese que te quería tanto,
si el Hado no dispone que atravesara el mar!...

La patria es el recuerdo... Pedazos de la vida
envueltos en jirones de amor o de dolor;
la palma rumorosa, la música sabida,
el huerto ya sin flores, sin hojas, sin verdor.

La patria son los viejos senderos retorcidos
que el pie, desde la infancia, sin tregua recorrió,
en donde son los árboles antiguos conocidos
que al alma le conversan de un tiempo que pasó. (2)

En vez de estas soberbias torres con áurea flecha,
en donde un sol cansado se viene a desmayar,
dejadme el viejo tronco donde escribí una fecha,
donde he robado un beso, donde aprendí a soñar.

¡Oh mis vetustas torres, queridas y lejanas,
yo siento las nostalgias de vuestro repicar!
He visto muchas torres, oí muchas campanas,
pero ninguna supo, ¡torres mías lejanas!,
cantar como vosotras, cantar y sollozar.

La patria es el recuerdo... Pedazos de la vida
envueltos en jirones de amor o de dolor;
la palma rumorosa, la música sabida,
el huerto ya sin flores, sin hojas, sin verdor.

¡Oh patria tan pequeña que cabes toda entera
debajo de la sombra de nuestro pabellón:
quizás fuiste tan chica para que yo pudiera
llevarte por doquiera dentro del corazón! (3)

Barcelona, 1909
Publicado en la Revista
Nuevos Ritos, Nº 50, 1º de septiembre de 1909. 

Versión original aparecida en 1909
(1) Donde es el mar más verde y es más vibrante el Sol,
(2) que al paso nos conversan de un tiempo que pasó.
(3) llevarte toda entera dentro del corazón!

La versión que aquí publicamos incluye las correcciones 
introducidas en 1915.




A Portobelo


Portobelo ilustre, léxico de piedra,
jardín de recuerdos, ciudad noble y fiel:
bajo tus espesas cortinas de yedra
dormita un pasado de eterno laurel.

En tu indiferencia grave y pensativa
no hay una pulgada donde no se advierta
el mundo vestigio de una historia muerta
o la roja llama de una gloria viva.

Pasaron los tiempos del real decoro,
la galantería, el fausto español,
cuando resbalaban las galeras de oro
como graves cisnes del País del Sol.

Hoy, rompiendo apenas tu bahía mágica
-restos que un naufragio dejara al azar-,
un mástil, a modo de una mano trágica,
asoma, crispado, del fondo del mar.

¡Oh, tus fortalezas...! En épicas ruinas
se yerguen luchando con su aciaga suerte,
y ya sólo rompen su quietud de muerte,
para hacer sus nidos las aves marinas.

Tus viejos cañones que de cumbre en cumbre
llevaron sus ecos por el vasto mar,
hoy duermen, cubiertos de olvido y herrumbre,
soñando que se oyen de nuevo tronar.

En las medias noches tétricas y oscuras
vagan por tus calles sombras y visiones,
se escuchan murmullos, se oyen oraciones,
salidos, quién sabe, de qué sepulturas.

Y en las noches fúlgidas de nácar y luna
flotan sobre el ala tenue de las brisas
canciones y notas, palabras y risas
que turban en ecos tu quieta laguna.

Portobelo ilustre, patrio orgullo viejo,
jardín florecido de eterno laurel:
hoy sólo te queda tu mar, limpio espejo,
que te dice cosas que saben tú y él.

Por tu bella historia, roja y estupenda,
por tu breve vida de fausto y dolor,
eres, Portobelo, ciudad de leyenda,
ciudad de recuerdos y ciudad de amor.


Blason


Apenas soy un pálido felibre,
y canto en claros versos lo que siento.
Ni cóndor, ni león: estoy contento
con saber que soy hombre y que soy libre.

Hasta mi torre de marfil, sagrada,
ni llega el cieno, ni salpica el lodo:
bajo el peldaño de mi torre, ¡todo!
Sobre el peldaño de mi torre, ¡nada!

Como el Jesús de los sagrados cuentos,
voy a cumplir sereno mi destino.
Como a El, los que erizan mi camino
mañana lamerán mis pies sangrientos.

Que alcancen otros la gloriosa palma
buscando sombras y siguiendo huellas,
porque yo, cuando quiero ver estrellas,
me asomo al infinito de mi alma.

Ni nunca el odio me dejó rencores,
ni el amor, con su halago, me domina,
pues sé que tras la flor está la espina
como tras de la espina están las flores.

Abierta el alma a toda primavera,
mi corazón, por dualidad gloriosa,
frente a frente al amor es una rosa,
y encarado al combate, una bandera.

Como nada a mi estirpe martiriza,
ni nada turba mi real decoro,
tengo, para el canalla, fusta de oro;
para el calumniador, una sonrisa.

En marcha imperturbable a un fijo oriente
desdeño el hombro de la muchedumbre,
porque aprendí hace tiempo que la cumbre
va conmigo a la altura de mi frente.

Así sé que al nacer a otros albores
y al disgregarme en átomos dispersos,
lo mismo que hoy de mi alma salen versos
saldrán mañana, de mi carne, flores.

Versos al Oído de Lelia


Oyeme, corazón. En cada rama
del bosque secular se esconde un nido
o una dulce pareja que se ama;


cada una rosa del rosal resume
un corazón, feliz o dolorido,
que de amor en la brisa se consume;

la estrella que nos manda sus reflejos
no hace más que volver con su luz pura
los besos que le envían desde lejos...

Todo tiembla de amor..., hasta la piedra
a veces se estremece de ternura
y se vuelve un jardín bajo la yedra...

No importa ser mujer o ser paloma,
ser rosa de Amatonte, estrella o paloma;
importa tener alma y dar esa alma
en risas, en fulgores o en aroma.

Triunfa el amor sobre la muerte. Nacen
las rosas para amar y hasta las rosas,
cuando al viento, marchitas, se deshacen,
se vuelven un tropel de mariposas.

Suspiro en un anhelo que, escapado
del corazón, se va a volar errante
buscando una ilusión que ya ha pasado
o algún sueño de luz que está delante...

Pues bien, la brisa pasa en blandos giros,
y no puede medir su pensamiento
la interminable tropa de suspiros
que viaja en cada ráfaga de viento...

Tú, que tienes los ojos soñadores
como una noche tropical, asoma
tu corazón a todos los amores
y sé estrella, sé flor o sé paloma,

y ya verán tus ojos asombrados,
ante la tarde que en el mar expira,
cuán hermosa es la tarde, si se mira
con dos ojos que están enamorados.


Vespertina


Las tardes son iguales hace treinta y seis años:
el mismo sol cansado de tanto caminar
por los cielos profundos y los mismos rebaños
de nubes sonrosadas viajando sobre el mar.

Hay tardes nebulosas, húmedas y otoñales;
hay tardes encendidas que inspiran sólo el bien;
pero treinta y seis años hace que son iguales.
Yo, que las amo tanto, ¡lo recuerdo tan bien...!

En cada tarde hay una femenina ternura
de paloma, de garza, de manantial, de flor,
donde toda alegría se hace serena y pura,
donde se santifica todo humano dolor.

Pero esta tarde tiene una melancolía
tan honda, tan callada, tan sincera, tan cruel,
tan acremente amarga que hasta se pensaría
que alguien volcó en los cielos una copa de hiel.


Garzas Cautivas


A doña Oderay de Lefévre


En el patio andaluz, adonde apenas
penetra el sol en ondas fugitivas,
inmóviles, calladas, pensativas,
hay, como un par de enormes azucenas,
dos garzas melancólicas, cautivas.

¡Quién sabe si una noche, al escondido
juncal, cerca a la orilla melodiosa,
una mano llegó, vio al par dormido,
lejos la madre tierna y afanosa,
y arrebató los pájaros del nido!


Tal vez fue en el corral que en la ribera
levanta frente al mar su empalizada
donde un día, al nacer la primavera,
en la sorda explosión de una alborada,
vieron la luz del sol por vez primera.

¡Y ellas no saben del azul...! Sus huellas
no serán polvo de oro tras su vuelo
a la indecisa luz de las estrellas;
y con sus ojos tristes ven el cielo
y no saben que el cielo es para ellas.

Acaso si una mano, de repente,
las echara a volar, tras un momento
de supremo estupor, abriendo al viento
sus vírgenes plumajes, blandamente
se irían a embriagar de firmamento.

Pero no volarán, ni bajo el rico
oro del sol se encenderán sus galas,
ni ensartarán estrellas en el pico,
ni abrirán a la luna el abanico
blanco y maravilloso de sus alas.


¡Melancólicas garzas...! Y en el frío
patio sin luz ni sol, sobre las zancas,
simbolizan la imagen del hastío;
y ni siquiera saben que son blancas
porque nunca se vieron sobre un río.

Y allí, bajo las penas de sus galas
inútiles -libélulas de hielo-,
dormitan sin un ansia ni un anhelo,
y no saben aún que tienen alas
y que las alas son para ir al cielo.

Melancólicas garzas que en el frío
patio sin sol ni luz, sobre las zancas,
simbolizan la imagen del hastío,
y que nunca supisteis que erais blancas
porque nunca os mirasteis sobre un río.

Hay almas cual vosotras que ni huellas
dejarán ni sabrán nunca del vuelo
que nos lleva a vivir con las estrellas,
almas que ven atónitas el cielo
y no saben que el cielo es para ellas...

Para ellas el oscuro, el escondido
patio andaluz en donde el sol no alumbra;
y van, cobardemente, sin ruido
y a través de una gélida penumbra,
en viaje al mar sin playas del olvido.



Soneto Del Atardecer


Desde que vi tu diáfano pañuelo
mandándome un adiós tengo una pena
tan callada, tan mía, tan serena,
que ya más que una pena es un consuelo.

Miro al azul, y me entristece el cielo;
miro hacia el mar, y el mismo mar me apena,
y hasta la luna, para mí tan buena,
hoy agrava mi sordo desconsuelo;

Porque viendo el azul quiero se ave;
porque viendo hacia el mar quiero ser nave
e ir hacia tí, movido por las brisas;

Porque miro a la luna y sé que ahora
pone en tu blanca frente soñadora
la más pura de todas sus sonrisas.


Mujer Romántica



Ella fue una romántica perdida
que amó los versos y adoró las flores
y que llenó de pájaros cantores
el jardín silencioso de su vida.

Amó una vez, y -candidez divina
que tienen la mujer y la paloma-
tomó la rosa y aspiró el aroma
sin sospechar, tras de la flor, la espina.

Después, calladamente, tristemente,
cerró los labios y bajó la frente,
y ante la verde mar murmuradora,

esperando la vuelta prometida,
se fué quedando, sin sufrir, dormida,
como un pomo que al viento se evapora.

Las Garzas


En el cielo, velado de improviso,
la banda fugitiva se diseña
(Tal mi vida: crepúsculo indeciso,
donde entre un fondo de dolor, diviso
alejarse una tímida cigüeña...)


Míralas... Su fatal melancolía
se disuelve en el raso de los cielos,
y al verlas agitarse se diría
que son como fantásticos pañuelos
con que al morir nos dice adiós el día.


Las garzas me enamoran... Son lo que huye,
lo intocado, que vuela y se evapora;
y como tras su marcha soñadora
un cansancio infinito se diluye,
el vuelo de las garzas me enamora...

En los lagos dormidos entre brumas,
cuando abre sus párpados la Aurora,
bajo la nieve casta de sus plumas
son el alma de luz de las espumas
y su blancor entonces me enamora...

Por no sé qué lejano simbolismo
sobre el escombro que el verdín colora,
la garza, pensativa, rememora
el alma misteriosa del mutismo
y entonces su silencio me enamora...

Cuando al morir la tarde se derraman
mientras el Sol el infinito dora,
recuerda la bandada voladora
los sueños de las vírgenes que aman
y su inquietud entonces me enamora...

Las garzas me enloquecen... Su blancura,
su mudez, el dolor que las aqueja,
me empujan a quererlas con ternura...
Yo tengo la infinita desventura
de amar lo que se va, lo que se aleja...


Pero yo amo las garzas porque existe
un amable recuerdo en mi memoria...
Es el tuyo: tú fuiste blanca y triste,
y volando, en silencio, te perdiste,
en el cielo sin nubes de mi historia.


Melancolía


Hoy lo mismo que ayer... Tal vez mañana
recordarás con pena este pasado,
cuando ya esté tu corazón helado
y cuando tengas la cabeza cana.

Y pensar que yo pude, en tu ventana,
ser el galante trovador soñado,
y así como Romeo enamorado
oír cantar la alondra en la mañana...

Tu juventud se va; se va la mía,
y mientras cae lentamente el día
me entretengo en pensar que estás muy lejos;

en que nos hiere idéntica congoja,
y cada tarde azul que se deshoja
nos deja más sombríos y más viejos.


Patria de mis amores


¡Patria que me estremeces dulcemente,
Patria de mis amores, Patria mía:
yo quiero saludarte en este día
en que la Libertad besó tu frente.

Todavía la lengua de Castilla
ensalza a Dios bajo tu limpio cielo
y en tus noches de seda y terciopelo
la misma estrella de la raza brilla.

Y así será por siempre que en tus lares
los pájaros cantores, la fontana
sólo aprendieron lengua castellana
y hasta las mismas olas de los mares.

En tí se unieron las fraternas manos
de dos mundos, formando un Continente,
y hoy, que saltó en pedazos ese puente,
por la brecha se abrazan dos océanos.

Porque viéndote, Patria, se dijera
que te formó la voluntad divina
para que bajo el sol que te ilumina
se uniera en tí la Humanidad entera.

Para que en tu bandera que descuella
con la humildad cristiana de una espiga,
vieran todos los hombres una amiga
y viéramos nosotros una estrella.

¡Patria que me estremeces dulcemente
Patria de mis amores, Patria mía:
Dios, como un talismán, te puso un día
la libertad del mundo en la alba frente.


Yo estoy enfermo de soledad


Yo estoy enfermo de soledad…
Amo las viejas calles torcidas,
esas callejas desconocidas
que llevan lejos de la ciudad.

Como en la calma hallo el placer,
en vez de necias voces profanas
amo el acento de las campanas
en el fantástico atardecer.

A esa sonrisa que brota a flor
del labio impuro que amores miente,
prefiero el trino con que la fuente
bajo la luna canta su amor.

Sé que en mí mismo llevo la paz,
y me ilumino de dulce calma
cuando permito que mire mi alma
todas las cosas que dejo atrás.



Tus Ojos


¿El lago? …. ¡Nunca!.... El lago no pudiera
competir con tus ojos soñadores…
Tus ojos tienen sombras y fulgores:
son dos lagos al tiempo que una hoguera.

¿El mar?.... ¡Tampoco!.... El mar tiene ribera
que se llena de pájaros y flores,
y en tus divinos ojos turbadores
se fatiga volando la Quimera….

¿El cielo?.... Acaso el cielo, por ser cielo,
se atreviera un momento, envanecido,
a asomarse a tus ojos con recelo;

y ante tus ojos diáfanos y bellos,
vería el mismo cielo, sorprendido,
que falta cielo para verse en ellos.

1917


Himno Del Instituto Nacional


Coro

Tranquila a la falda paterna del Ancón
se yergue la mole de un templo del saber,
en donde se funden los hombres que han de ser
cariátides de bronce de nuestra nación.

I

Dos esfinges vigilan la entrada
con un gesto glorioso y audaz,
y algún día sus labios de bronce
la palabra suprema dirán.

II

En los quietos aleros anidan
las palomas emblemas de paz,
y en las aulas se mueven febriles
mil halcones que ya volarán.



Plazo Fatal


Hermano: ¡Recuerda que debes partir!
¿El día?... ¡No importa!...Es fuerza seguir
hacia la celeste cinta del camino.

Prodiga tu ciencia; deja oír tu trino,
reparte tus panes y da de tu vino;
que todos los años, para la estación
alguno, cualquiera, dirá en la reunión:

-Un día como este, hace un año, vino
un hombre de lejos, y nos dio su vino,
nos abrió la rosa de su corazón, 
nos dio sus sonrisas y…por el camino,
como cinta de oro, tendió su canción…

Hermano: ¡Recuerda que debes partir!
¿El día?... ¡No importa, pero ha de venir!
y es sabio que tengas hecha tu canción
con risas y lágrimas de tu corazón.

Primer Nocturno


(A Zoraida Díaz)

Que callada está la noche: los árboles qué dormidos…
Ni una queja, ni un murmullo, ni un suspiro, ni un rumor…
Apenas si en el silencio se oyen, lentos, los latidos,
con que cuenta los segundos, impaciente, el corazón…

¿En dónde está?  ¿Por qué tarda?  ¿Será que mi dulce hermana
se ha extraviado en el camino, perdida en la lobreguez?...
¿Por qué no llega?  ¡Que angustia! ¡Cómo suena la campana!
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez.

Esta noche misteriosa está toda llena de ella;
los árboles y las cosas no la han podido olvidar;
y en el banco y el sendero se adivina aún su huella,
y en el viento se respira su perfume de azahar.

Cuantas veces a lo largo de  estas quietas avenidas
fuimos juntos, de la mano, jurándonos mutua fe…
Para amarnos precisaba prolongarnos a otras vidas:
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez.

¡Esta noche estoy qué solo, qué triste, qué dolorido!...
Por momentos me parece que otro ser distinto soy,
y es que en una sola noche toda una vida he vivido
pendiente de lo que dice, latiéndome, el corazón…


Tengo frío, frío y miedo…He escuchado que me nombra
una voz que antes oyera, sin saber en dónde fue,
y oigo pasos de fantasmas que desfilan en la sombra:
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez.

Si me fundiera en la sombra; si me perdiera en el viento
sin la carne dolorosa, sin el triste corazón…
¡Si me apagara por siempre como tímido lamento,
como lánguido suspiro, como trémulo rumor!...

¡Oigo voces en la sombra (¿Serás tú,  mi dulce hermana?)
¡Oigo pasos en la arena! (¿Si serán tus breves pies?)
Pero no: ya tú no vienes: me lo dice la campana:
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez.



REGALO DE BODAS


- Buenas tardes, Don Luis.
          - Muy buenas, Pablo.


¿Y cuál diablo
 te ha traído a estas horas por aquí?
- Que me caso Don Luis, que al fin me caso
y como usted detesta el matrimonio
vengo a pedirle que me dé un abrazo
y que le rece a Dios o al demonio,
cosa igual para usted en este caso.

- ¡Conque te casas siempre!...


Hubo tal pena 
en la frase del viejo;
se contrajo tan hosco su entrecejo,
que Pablo, que al entrar, iba de vena, 
enmudeció.

Quedaron pensativos…
y en esa hora grave y misteriosa
flotó sobre la estancia silenciosa
un diálogo de puntos suspensivos…

Era Don Luis de Alcántara un anciano
de altivo porte y clásica perilla,
hermano de Don Juan, el de Sevilla,
que ufanaba de no tener hermano.


Los hombres le temieron a su espada
y las damas temieron a sus ojos,
que, amando y encendiéndose en enojos,
herían igual su acero y su mirada.

Pero un día… (¡Quién sabe qué aventura
fatal tuvo Don Luis!...) con la amargura
del que ha probado todos los placeres

y no halló en nada ni placer ni gloria,
cerró su corazón y su memoria
al vino, y al amor, y a las mujeres.

Cuando acabó la fiesta de la boda
-que fue un suceso digno de Aladino-
con la triste alegría con que vino
se dispersó la concurrencia toda.

Pablo, entonces, enlazando la cintura
de su joven y dulce compañera,
tímidamente, por la vez primera,
la besó con un beso de ternura.
Ella perdió la calma,
y mientras se encendía de sonrojos
como una estrella apareció en sus ojos
una lágrima pura de su alma.
Y empezaron a andar, avergonzados,
por los salones, claros como el día,
con aquella dulcísima agonía
de la primera noche de casados.

Ricas lámparas de ónix; cincelados
jarrones de metal, allí fulgían,
porque bajo mil luces exhibían
su generosidad, los invitados.
Todo lo que la mente imaginara
en un mágico sueño,
allí explendía en competencia rara:
desde el sagrado mármol de Carrara
hasta el limpio diamante brasileño.

De pronto a Pablo
le llamó la atención
un cofre de tan rara confección
como pudiera imaginarlo el diablo.

Negro, como una duda que asesina,
sexagonal, pequeño
como ha de ser el ataúd de un sueño,
tenía un enigma de oro en cada  esquina.

Intrigados y mudos, los esposos
quedaron ante el cofre diminuto,
pero ella -¡Al fin mujer!- tras un minuto
de indecisión, posando los nerviosos
deditos sobre el broche refulgente,
abrió la tapa de la caja.

¡Espanto, 
miedo, consternación!
Bañose en llanto
la gloria de sus ojos, y él, en tanto,
sintió helarse el sudor sobre su frente;
porque sobre un revólver que fulgía
y un dije más que un arma parecía
sobre un fondo de raso carmesí,
una tarjeta de Don Luis decía:
“¡Para ella, para él y para ti!”

Publicado en La Estrella de Panamá, el 22 de agosto de 1965

sábado, 30 de enero de 2016

MARIA OLIMPIA DE OBALDIA

Mi Bandera


De tela humilde o de luciente raso
-nada importan su brillo o calidad-
es mi bandera símbolo precioso
de mi Patria adorada, Panamá!

Se alza como ala de ilusión suprema
en vuelo majestuoso hacia el azul
buscando siempre la amplitud del cielo,
enamorada eterna de la luz.

Sus pliegues vibran como flores vivas
sedientas de los ósculos del sol
mientras enciende su divino efluvio
en las almas patriótica emoción.

Y cuando sube el pabellón que encierra
Pretérito, Presente y Porvenir,
es la Patria que expresa sus anhelos
de mantenerse libre y ser feliz.

Es Panamá que busca su destino
por senderos de Bien y de Verdad
haciendo suya la inmortal proclama:
Libertad, Igualdad, Fraternidad ...!


DEL LIBRO : PARNASO INFANTIL


Post Umbra

Mi corazón el tuyo presentía;
buscaba tu alma mi alma soñadora,
y te esperaba al despertar la aurora
y te llamaba cuando el sol moría.

Tu alma acudió al reclamo de la mía,
y el esquife de amor, con rara prora,
hacia la playa de la dicha mora
las llevó bajo el sol que sonreía.


Juntas habitan esa tierra hermosa,
y unidas seguirán, aunque celosa,
la Muerte, con crueldad, de ti me aparte,

pues, cuando a solas, llores mi partida,
en una estrella mi alma convertida,
por escalas de luz vendré a besarte...


Ñatore May

"¿Comuniyó?" pregunto
a la india macilenta
que en pos de su hombre adusto
marcha con lento andar.

"Ñatore may" contesta
sin levantar los ojos:
-tan sólo mira el polvo,
remedo de su faz.

"Ñatore"... y la doblega
la mochila a la espalda
y la agobia la curva
de su misión fatal...
Y su hijo cuando nazca
acaso muera inerme,
que sólo puede darle
el jugo maternal;

su leche macerada
con golpes del marido;
caldeada por la piedra
en donde muele el pan:
mezclada con fermentos
de incógnitos rencores,
de anhelos subconscientes
inmensos como el mar...

¡"Ñatore"... y sus vestidos
son sucios, harapientos;
su hogar húmeda choza,
su lecho un pajonal...
"Ñatore"... y nunca supo
de mimos ni de besos...
Descanso jamás tuvo
su cuerpo de animal...!


¡Y la llaman "hermana"
los que siguen a Cristo
y "camarada" dicen
los que en vanguardia van,
pero ella no comprende
ni aquél ni el otro idioma,
ella tan sólo sabe
decir: "Ñatore may"...!


Prosigue con sus fardos
sin que el "hermano" diga:
"he de aliviar tu carga,
he de calmar tu mal";
sin que llegue tampoco
activo "camarada"
y logre en noble esfuerzo
su vida humanizar.


Continuará su marcha
doblada sobre el polvo
que pisaron caciques
del nativo solar,
diciendo a su Destino:
"Ñatore may, ñatore"
porque piensa que es éste
su círculo fatal...


Los cuatro siglos fueron
sobre su casta humilde
cuatro hojas desprendidas
del árbol secular;
las humanas reformas
no han rozado su vida,
en ella se hizo carne
todo el zumo ancestral.


Retornará a la tierra
sin saber que vinieron
hombres de gran espíritu
su raza a libertar:
¡Colón con sus navíos
Bolívar, con su espada,
y, sobre todo ellos,
Jesús con su verdad...!

Y al caer a la tumba
cual bestia fatigada,
gozará las caricias
de la madre eternal
y entonces, sólo entonces
será justa su frase
al decir resignada
a Dios: "Ñatore may"...!



Rimas de Otoño


Te dije ayer: ""Llegó la primavera...
Cogidos de la mano
vamos a la pradera a cortar flores,
amado, sin temores, que es temprano.""


Hoy te digo: ""Murió la primavera
y también el verano;
pero vamos al huerto,
que aún pueden nuestras manos
extraer de las uvas
el jugo que rebosa en nuestras cubas.


Antes que el hielo llegue,
vamos al campo, unidos de la mano;
nuestra hoz de plata las espigas siegue,
que aún es temprano.""

Mañana te diré: ""Dulce bien mío,
la nieve nos rodea,
llegó el invierno frío,
pero aún el fuego del amor caldea
nuestras almas dichosas;
ya la vida nos niega frescas rosas,
madura fruta y rica mies dorada;
ya en nuestras venas la pasión no arde;
ya la tierra nos brinda suave almohada.
Amado: ¡vamos a dormir, que es tarde...!""



Dadivas Divinas


Yo nada te pedía cuando me diste
una estrella esmeralda en el Oriente,
un horizonte ilímite,
un par de alas
y una chispa divina en el espíritu.


Yo nada te pedía cuando me diste
un huerto rumoroso,
una fuente tranquila
y guirnaldas de pájaros y flores.


Yo nada te pedía cuando me diste
el amor en un vaso cincelado
por la Vida y la Muerte:
yo me embriagué de luz con su ambrosía,
te comprendí mejor, y tus designios
bendije para siempre.

Tantos dones cayeron como estrellas
en mi vida, pequeña para darte
las gracias que merecen
tus dádivas divinas...

y ahora además te pido, Padre justo y eterno,
me permitas pasar, con mi esperanza,
el cáliz del amor que me ofreciste
y otras vidas que llegan -nueva aurora-
a iluminar tu cielo;
a alumbrar los caminos que se hicieron
con las huellas de Cristo.

Esta plegaria es también Acción de Gracias
por la vida, el amor y la esperanza,
nutridos por la fe, que es don de dones,
y ha de llegar a Tí -dulce rocío-
del hontanar de mi alma.

1975


Primicias

Para Ana Jilma

Tú llegaste al hogar como primero
fruto de amor en estación dorada
y tu presencia -lumbre de lucero-
hizo más bella la feliz morada.

El tiempo discurrió suave, ligero,
sobre tu infancia siempre iluminada
por el amor, que desde enero a enero
es del hogar la lámpara sagrada.

Y llegas hoy, dichosa y conmovida,
sin saber de dolor ni desengaños,
al dorado balcón de quince años:
¡es la edad más hermosa de la vida!

Pero guarda el recuerdo de tu infancia,
¡rosa celeste de inmortal fragancia!

1975


Niño Goloso

En el árbol de la noche
cuelgan espléndidas
frutas;
yo quiero la más hermosa,
redonda y blanca: ¡la luna!

¿Su pulpa, será de coco,
de guineo o de naranja?
¿Tendrá jugo delicioso
como piñas o granadas?

¿Cómo será su perfume:
suave y puro de violetas,
fuerte y raro como
orquídeas
o de todos tendrá mezcla?


Si yo comiera esa fruta
no sé qué me pasaría...
Si tan solo con mirarla
¡me emborracho de
alegría...!

Del Libro: Semillitas
Lectura para niños No.2
Edición: Red de Materiales Artesanales



Selvática



¿Sabes lo que quisiera?
En una noche cálida de estío
a tu lado dormir en la pradera,
sentir bajo nosotros
el pasto humedecido de rocío
y ver sobre los rostros
la celestial esfera.


Un planeta por lecho;
en derredor la calma;
por cámara nupcial el claro cielo
y el Amor —como un Dios— en nuestras almas



Del libro: Orquídeas



Trasmigración


Amor: cuando yo muera,
de mi cuerpo los átomos dispersos
se trocarán en verde enredadera,
y al extenderse por los brazos tersos
de la cruz de mi fosa,
en cada primavera
la cubrirá de flores olorosas.


Cuando sientas nostalgias de cariño,
cuando añores mis cálidos abrazos,
recoge las corolas que en mi tumba
sus pétalos de armiño
a los besos del sol abran radiosas:
son rimas misteriosas
que te hablarán de indestructibles lazos
y de amores que viven ultratumba...!


Del libro: Orquídeas



Oración de la esposa


Hazme, Señor, como vergel cerrado,
cuya llave el esposo sólo guarde,
lago de amor por el amor sellado
que la sed del esposo sólo apague.


Pon en mis ojos suavidad de luna,
en mi boca el clavel de la sonrisa,
y cual venda de seda mi ternura
restañe del esposo las heridas.

Dale juicio, Señor, a mi consejo:
dignidad y justicia a mi reclamo;
eficacia y cordura a mi consuelo
y nobleza al perdón para el agravio.


Has de mi hogar un cofre de ventura
que del esposo colme los anhelos,
donde descanse de la diaria lucha
y tome bríos por luchar de nuevo.

Nuestras dos almas fúndelas en una;
una sola en la pena y en el gozo,
cual dos gemelos que en la misma cuna
juntan sus juegos, risas y sollozos.

Del libro: Orquídeas



Himno a la maternidad


(Homenaje a las maestras panameñas)

I
Concepción



Extraña sensación mi ser conmueve,
como si nueva vida me agitara;
en mi alma vibran la ansiedad del vuelo
y nostalgia de azul, de cumbre y alas.


Siento en mi entraña rebullir tan suave,
como el roce sedeño de las plumas,
y mis senos se esponjan cual las pomas
que a los besos del sol hinchan su pulpa.



¿Quién aumenta el calor de mis arterias
y abrillanta la luz de mi mirada?
"¡Es que ya eres fecunda como el surco!"
una secreta voz dice a mi alma.


Y al saber que mi seno era una cuna
do un infante dormía,
hubo en mi alma fulgores de alborada
y panal de ternura fue mi ser aquel día.
Y dije al viento: "séme suave y bueno
por la criatura amada
que reposa en mi seno";
a la fuente tranquila: "tu corriente
sea fresca y propicia
por el que en mí recibe tu caricia";
y a los tiernos rosales:
"desplegad los capullos más fragantes,
que hoy se asoma a mis ojos por mirarles
un adorado infante";
y le dije a la luz: "sé más brillante",
y a las aves: "rodeadme de armonía,
que quiero en este día
saturar mis sentidos de hermosura
por la tierna criatura
cuyas venas se filtran en las mías".



Corrió la brisa cadenciosa y leda;
suavidades de seda
tuvo la fuente, el sol más resplandores,
y conciertos de trinos y de aromas
me ofrecieron las aves y las flores.


Con los sentidos plenos de belleza
y con el alma de ternura llena,
sentíme noble y buena
y arranqué de mi pecho la tristeza
al contemplar dichosa y conmovida
que era mi ser un ánfora de vida.


II
Alumbramiento



Ya te acercas, ya siento tu presencia
en el fuerte temblor de mis entrañas;
solo el goce supremo de ser madre
es igual al dolor que me desgarra.
Siento crujir mis huesos, y en espasmos
dolorosos palpitan mis arterias;
las fuentes interiores se derraman
y la muerte famélica me acecha.
Al fin se entreabre el cofre del Misterio...
Llega hasta mí la música de un lloro...
Mis dolores acallan por encanto
y mi pecho se expande venturoso.


III
Lactancia


A mi lado te miro y con deleite
aspiro de tu carne la fragancia:
me pareces un ramo de claveles
entre una profusión de rosas blancas...
Al sentir el contacto de tus labios
cuando mimosos el pezón oprimen,
sueño que son las alas de un querube
que, rozando mis senos, los bendicen.


En la onda láctea que a tu boca llega,
continúo brindándote mi savia
donde se mezclan con mi amor de madre
mis supremos anhelos y esperanzas.


Y aromada y sutil como el incienso
va esta plegaria de mi pecho al Cielo.


IV
Oración de la Madre


Dulce Señor,
me hiciste renacer
por el amor
en otro ser
que dilata mi ardiente juventud.
Dame fuerza, Señor, para ampararlo,
rectitud y firmeza para guiarlo,
para criarlo, Señor, dame salud,
para formar su corazón, bondad,
para dar a su mente, claridad,
que en este ser
quiero, Señor,
ver florecer mi corazón…!


Del libro: Breviario Lírico



En Penumbra


Al doctor Mauro Membreño,
con estimación y gratitud sinceras.

En la penumbra azul donde mi vista
sin impaciencia su recobro espera,
yo comprendo mejor cuánta armonía
enlaza en maravilla los sentidos.


Los pasos familiares, las palabras,
tienen ritmo de música que llega
con caricia de flores; con el roce
de las manos fraternas o filiales.

Perfumes y sonidos toman forma
y el tacto me traduce las imágenes
que miro proyectarse en el recuerdo
esculpidas y vivas como antaño.

En la quietud insomne de estos días
de cautiverio que a mis ojos guarda
yo pienso que son ellos la excelencia
en la atalaya fiel de los sentidos:

Ventanas levantadas en la torre
de la fuerte y erguida arquitectura
que Dios legara al hombre y su progenie
para que busque en derredor su imagen,
nos hacen comulgar con el paisaje,
dialogar, en los libros, con los sabios,
penetrar las regiones infinitas
tal el cielo y el mar de eternidades.


Y el alma, lo profundo y misterioso
del ser, se asoma a los cristales magos
en amor, en dolor, ira o despecho
que son chispas de luz inigualadas.


La ciencia logra devolver los bienes
de la salud por la actitud cristiana
de quienes dan su tiempo al ejercicio
retador implacable de la muerte
y auxiliar sin desmayo de la vida.


En la pantalla fiel de los recuerdos,
sensaciones, olores y sonidos
se yerguen y se visten con ropajes
de visiones que tuve en otros días,

y sueño con mirar la madreperla
de la aurora entreabrirse en el Oriente
y contemplar el disco alucinante
del sol subiendo al trono del espacio;


sumergirme otra vez en la onda pura
donde flotan los astros milenarios;
mirar el mar tranquilo o borrascoso
mas siempre estampa de hermosura incólume;

volver a ver... mirar todo lo bello
que ofrece el mundo, y ver rostros amados:
los niños abrirse como flores
para seguir embelleciendo hogares.

Yo volveré a gozar tanta riqueza,
a reencontrarme con amados libros,
confiar al papel mis emociones
y a proyectar afecto en mis pupilas.


Han de volver mis ojos, ya en ocaso
a recoger la luz y a proyectarla
porque la ciencia se mantiene en vela
y la interpretan comprensivas manos.


Yo bendigo estas manos que devuelven
a mis ojos el don de sus espejos
y que el Señor en ellas vibre siempre
con la virtud excelsa del Maestro.

Revista Lotería, Mayo 1969, No. 162




Poema a Urracá

¡Paladín de mi raza! Tu pedernal invicto
a través de los siglos lo miramos brillar;
y en la noche del tiempo tu prepotente grito
aún vibra, proclamando gloriosa libertad.

Amabas tus montañas, tus mares y tus selvas,
cual patrimonio santo que te legara Dios,
y al verlas profanadas por huestes extranjeras
tu orgullo de cacique colérico se alzó,

y juraste por todos tus dioses seculares
no entregar al reposo tu cuerpo de titán,
mientras alzar pudieras el arma formidable
digna del brazo tuyo: tu rudo pedernal.

Aquel audaz guerrero que doblegó el orgullo
de los altivos hijos del Imperio del Sol
luchó, sin alcanzarlo, por abatir el tuyo,
por mirar, desmayado tu brazo de campeón.

De Soto y Espinosa, Campañón y Albites
midieron con el tuyo su singular valor,
mas como en lucha honrada no pudieron rendirte
tejieron en la sombra la red de una traición;

pero tampoco pudo la negra felonía
mancillarte el escudo de egregio paladín
que, enardecido el fuego de tu sangre bravía,
fundió los eslabones de la cadena vil.


Dos lustros te miraron como fieras en acecho,
bajo el cielo apacible o en la noche invernal,
defendiendo con brío tu codiciado suelo
sin sentir la fatiga, sin rendirte jamás.

Tus playas adoradas, tus mares y tus selvas
indómito te vieron su libertad guardar
y sólo la invencible demoledora eterna
pudo en su seno frío hacerte reposar;


mas, al cerrar por siempre tus ojos luminosos
que tu pueblo miraba cual mágico fanal,
tus labios maldecían al extranjero odioso
y fue tu postrer grito: ¡Viva la libertad!

La sangre libertaria que rebullía en tus venas
palpita todavía en más de un corazón
de los que aquí traemos, como inmortal ofrenda
laureles que la Gloria para tus sien tejió;


y al ver sobre ese plinto tu figura arrogante
_símbolo de una raza que es la nuestra también,_
conmovida y ufana la cantora dorace
deja como un perfume su trova en tu laurel...



Mártir de Enero


Estoy pensando en ti, mártir de Enero;
tu juventud en flor sacrificada,
tu holocausto inaudito!.
Todo ha quedado en la paz del cementerio;
sólo persiste el duelo de tu madre,
su llanto silencioso
que se desgrana al compás de su rosario.
Tu coraje perdido
como ceniza al viento
¡fue acaso una lección?.
¿Dejó siquiera
algo más que un recuerdo?
Un recuerdo, sí, imperecedero,
en relicario de tu buena madre;
en el hogar de una memoria triste
y en juveniles círculos
tal vez un motivo
para palabras vacuas,
discursos demagógicos.
Estoy pensando en ti, mártir de Enero.
El alba te ceñía;
un horizonte ilímite llamaba
a tu espíritu inquieto
y tú soñabas sueños luminosos
de porvenir triunfante.
Hoy siento al recordarte
una leve humedad en las pestañas;
llora también la tarde
al despedir un caluroso junio...
Adivino a tu madre
llorando a solas con la tarde triste,
recordando tu vida alegre y sana
que ella miró crecer como una planta
sin saber que ese ser, trozo del suyo,
sería holocausto ante el altar bendito
de la Patria inmortal, madre de todos.
¿La Patria?
¿Qué es la Patria?
Ideal de justicia, de Libertad y Gloria;
aspiración suprema de juveniles corazones ávidos
de más luz y más luz en su camino.
Tú encontraste la Patria en tu bandera
y soñabas mirarla dueña de su destino,
dichosa y respetada
repartiendo sus dones sin codicia.
sin mezquindades
--como enseña Cristo--.
......................................
Estoy pensando en ti, mártir de Enero!.


Me viene tu recuerdo en estos días
de pruebas y angustias
porque escucho rumores de cadenas
y oigo voces que traen extraño acento
ordenando seguir otro camino,
un camino que tú no presentiste
donde se impone el derecho de la fuerza 
para romper cimientos,
las bases que en un tiempo sostuvieron
la bandera gloriosa que tú amaste,
en cuyo honor, altivo, deshojaste
tu juventud _ ¡divino sacrificio!.
Tu sueño,
tu ideal
yacen contigo
y la Patria solloza
al pie de la bandera...!


Publicado en: Temas de nuestra América
Nº 107, Enero/1991


A Mamá


Son las flores
las  mejores
mensajeras  del querer;
yo por eso 
con un beso
hoy te brindo este clavel.

Madre mía,
mi alegría,
mi consuelo y galardón,
el cariño
de tu niño
se ha trocado en esta flor


que te dice
con su esencia:
“ Mi existencia es para ti”
y promete
por tu dicha
¡ la victoria conseguir…!

Del libro: Parnaso Infantil



Mi Tambor

Mi tambor repica alegre:
rataplán, rataplán.
Vengan todos mis amigos
a marchar… a marchar…

Si la patria está en peligro
la sabremos defender
porque es ella nuestra madre
y el altar de nuestra fe.

Mi tambor repica alegre:
rataplán, rataplán.
Vengan todos mis amigos
a marchar… a marchar…

Del libro: Parnaso Infantil



Postal


¡Felices Pascuas, madre,
Felices   Pascuas hoy!
¡Las palabras son viejas 
pero es joven mi amor!

¡Amor de primavera
y de toda estación
para la madre mía,
Pascua del  corazón!

Del libro: Parnaso Infantil



Mi casita


Es mi casa alegre y fresca
cual mañanita de abril
y en ella con mis hermanos
y mis padres, soy  feliz


y no envidio los palacios
ni las joyas de valor,
que mi casa es bello cofre
de cariño, paz y honor…


Es mi casa bello nido
de concordia y libertad
donde entona sus  canciones
la ternura maternal…

Del libro: Parnaso Infantil



Ronda


Juguemos la ronda:
la ronda es amor
que se abre en la tierra
bendita de Dios.

Juntemos las manos
          con suave ademán:
          la vida es hermosa
          si existe amistad.

 Hoy somos niñitos
                    -dulzura y candor-
                    mañana, los hombres
                    de gran corazón,

mas siempre estaremos 
                              en ronda de amor:
                              ¡amor, que es el signo
                              bendito de Dios…!

Del libro: Parnaso Infantil


Acción de Gracias


Gracias, Señor, por la vida
con sus regalos preciosos:
el dulce hogar bendecido
y los padres amorosos…


Por la luz, el fuego, el aire,
por el agua y por la tierra;
porque de ellos se deriva
la dicha de la existencia.


Por la alegría y salud
que son dones inefables
pero, sobre todo, gracias
por dar a mi alma tu imagen!


Del libro: Parnaso Infantil



Tres de Noviembre



Celebremos la facha bendita
en que el Istmo dichoso nació
a la vida de libre, que es vida
de Progreso, de Paz y de Amor.

Ella fue la radiante alborada
que a la Patria llegó a despertar,
y de esclava elevó a Soberana
a la bella y gentil de Panamá.

Esta fecha inmortal está escrita
en la Historia con signos de luz
y semeja una estrella divina
de la Patria en el límpido azul…


Del libro: Parnaso Infantil




Luna en el charco

La  luna asomó su rostro
a los espejos de un charco 
y le silbaron los grillos
e hicieron burla los sapos…
pero ella siguió serena
reflejándose en el charco.


El agua quieta y oscura
en plata la fue cambiando
y las yerbas de la orilla 
en plantel de lirios blancos…
Y se callaron los grillos
y se escondieron los sapos!

Del libro: Parnaso Infantil



Los Libros


Yo tengo amiguitos muy buenos y sabios
que me enseñan  ciencias  y armoniosos versos;
en mis horas libres refiérenme viajes 
y me narran largos y bonitos cuentos.


Los busco y los hallo solícitos siempre,
amables contestan las preguntas mías,
jamás me fastidian y rápido pasa 
el tiempo en que me hacen grata compañía.


Estos amiguitos  discretos  y sabios 
que alegres divierten y serios enseñan
son libros selectos con cuya lectura
aprendo a ser  útil, educada y buena.

Del libro: Parnaso Infantil




Campanilla azul

Campanilla azul. Chal de seda
que dejaron los querubes
olvidado en la arboleda…


Campanilla azul. Hermana 
                             en color de cielo y mar,
                             eres también esmeralda…




Campanilla azul. Vaso leve
donde escancian ambrosía
mañanitas de diciembre…


Los años pasan y tú 
                             sigues vibrando en el campo
                             como campana de luz…



Del libro: Parnaso Infantil


La Arañita Negra



Una araña forma nido 
en un rincón de mi cuarto;
su tela es nítida y leve 
como la flor del naranjo


Mi hermana quiso matarla,
mas le pedí no le hiciera
ningún daño a la arañita
que sería mi compañera .



Cuando me voy a la escuela 
ella está teje que teje; 
y al regreso todavía 
no ha terminado sus redes.

Cuando estoy muy fatigada 
y me acuesto en mi camita
me avergüenzo  si la araña 
con sus ojillos me mira.



¨¿No te cansas, arañita?
le pregunto con premura;
su respuesta son los hilos
tan blancos como la espuma.



Trabaja siempre, trabaja
cumpliendo una ley de Dios
sin esperar que la premien
por su preciosa labor…



Del libro: Parnaso Infantil




Rosal en Flor


Del rosal de tus amores 
broté yo como un botón:
capullito de tu entraña,
seda y luz de tu ilusión…!


Me nutriste con tu savia
_¡sacratísimo licor!_
me abrigaste contra el frío,
mitigaste mi calor,

me adormiste con  arrullos
de tu beso y tu canción,
tu regazo fue mi cuna
y tu seno mi almohadón;


me has mostrado los caminos
del Deber y de Honor;
me enseñaste a ver el mundo 
y tu amor me eleva a Dios…!


Tu ternura, tu cuidado,
tu consejo y tu lección 
cual semillas celestiales
recogió mi corazón


y a ti vuelven en corolas
de cariño y comprensión: 
¡cada beso es una rosa 
y un clavel esta canción…!


Del libro: Parnaso Infantil


Dos de Noviembre


Hoy es dos de noviembre; vamos todos 
al cementerio donde están los restos
de aquellos que en la vida nos amaron
y nos brindaron de virtud ejemplo:


el padre luchador, que por sus hijos
bregó sin tregua y les dejó una herencia
de trabajo tenaz, honor sin mancha
y un porvenir mejor, que ya es riqueza;


la madre tierna _abeja silenciosa_
que, renunciando al mundo y sus placeres,
se consagró al hogar como a un santuario
y en su puesto de amor la halló la muerte;


el niño dulce, que alegró la vida
como hermoso botón de primavera
y se fue para siempre y para siempre
dejó en sus padres la infinita pena;


el amigo leal, cuyo cariño
inalterable nos siguió doquiera;
el hermano, amoroso confidente
y compañero en juegos y tareas.



Y allí también están los grandes hombres
que nos legaron sus fecundas obras
y que reciben a través del tiempo
un tributo gentil a su memoria.



Hoy es dos de noviembre; al cementerio
iremos a llevar nuestras plegarias
que son corolas de inmortal belleza
cuyo perfume aspirarán las almas…!



Del libro: Parnaso Infantil



En medio de los árboles


En medio de los árboles
mi padre se formó;
su cuerpo era de roble
de seda el corazón


En medio de los árboles 
la madre de mi amor
creció sana y hermosa
como silvestre flor.


En medio de los árboles
mi infancia transcurrió
¡alegría de arboleda 
flotaba en mi ilusión...!  )

En medio de los árboles
yo busco inspiración:
ellos dan energía,
serenidad y amor…!

Del libro: Parnaso Infantil


Coqueteos

La tarde parece triste 
porque el verano se aleja;
ya no tendrá quien le traiga 
joyas, perfumes y sedas…


Llega el invierno y se viste
con su más hermoso traje:
chaqueta de raso gris
sobre camisa de encaje.


La tarde asoma al balcón
y el galán suspira al verla
mientras derrama en su obsequio
collares de finas perlas…

Ella acepta este regalo
con delicada sonrisa
que él se prende en la solapa
como broche de amistad…


Del libro: Parnaso Infantil



Mayo Hechicero


Ya llegó mayo hechicero
con su cortejo encantado:
insectos de mil colores
sobre jardines y prados.

Los niños también recogen
el delicioso reclamo 
y dan sus risas al viento
y sus cabriolas y cantos.


Ya llegó mayo hechicero
haciendo esponjar los pastos
y saturando el ambiente
con esencias de milagro…

Milagro de Primavera
_juego, risa, beso y canto_
que sube como el incienso
en esta tarde de mayo…!

Del libro: Parnaso Infantil



Matinal


En tanto que la aurora,
jardinera celeste,
hace abrir las brillantes amapolas
de los prados de Oriente,
se despiertan las aves
que sueñan en las ramas
y tienden hacia el aire
las flechas de sus alas.

Así mi alma también cada alborada
_tal el cielo de rojos arreboles_
se tiñe con el grana
de bellas ilusiones,
y, cual aves de luz, mis esperanzas
en ascendentes giros
tienden hacia el azul sus verdes alas
con ansias de infinito…

Del libro: Parnaso Infantil